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Una camiseta bañada en sangre

El condor Rojas y su maracanazo

En la Copa América de 1989, disputada en Brasil, apareció en la portería de la selección chilena un nuevo diseño de camiseta que, en apariencia, pretendía inaugurar una nueva etapa. Se trataba de una equipación que rompía con la estética habitual que Roberto Rojas había lucido durante los meses previos. Dejó atrás los tonos grises tradicionales para vestirse de un diseño más moderno, más audaz, con trazos de colores, todo muy vistoso y rupturista para un arquero chileno de la época.

Copa América 1989, frente a Argentina

Según algunas fuentes, aquella camiseta fue adquirida por el arquero en Europa, no era parte del equipamiento oficial entregado por Adidas, la marca alemana que vestía a la selección. Distinta al resto del uniforme del equipo, en una época donde no existía una regulación estricta que obligara al uso de indumentaria uniforme. Así, improvisaciones como esta eran casi costumbre en el fútbol sudamericano, lejos aún de los controles y protocolos de las federaciones modernas.

La actuación de Chile en la Copa América fue digna, aunque insuficiente, el equipo quedó fuera de la fase final apenas por diferencia de goles frente a Uruguay. La ilusión seguía viva. El verdadero objetivo era más grande: lograr la clasificación al Mundial de Italia 1990.

Pero todo cambiaría para siempre el 3 de septiembre de ese mismo año. En el coloso del Maracaná, ante más de 140.000 almas, Chile enfrentaba a Brasil en un partido decisivo. Lo que debía ser una jornada de gloria o, al menos, de honor, se transformó en un escándalo que sacudiría los cimientos del fútbol chileno. Un acto desesperado, un montaje cuidadosamente planeado pero torpemente ejecutado, convirtió el césped del Maracaná en el escenario de una caída histórica. Roberto Rojas se desplomó sobre el campo, simulando haber sido impactado por una bengala lanzada desde las tribunas.

Esa camiseta, la misma que meses antes pretendía ser símbolo de renovación, terminó manchada de sangre y cargada de vergüenza. La investigación posterior destapó la verdad: la herida había sido autoinfligida, una farsa que buscaba suspender el partido y abrir una ventana improbable hacia la clasificación mundialista.

La FIFA fue implacable. Chile quedó excluido no solo de Italia 1990, sino también de las eliminatorias para el Mundial de 1994. Rojas, ídolo hasta ese momento, fue suspendido de por vida. Y aquella camiseta —distinta, improvisada, adquirida en Europa, fuera de norma— se transformó en el símbolo involuntario de uno de los capítulos más oscuros de nuestro fútbol.

Roberto Rojas saliendo de la cancha con la camiseta ensangrentada

Con el paso de los años, esa prenda dejó de ser simplemente una curiosidad textil. Se convirtió en una metáfora del apuro, de la falta de rigor, de la desesperación, de la trampa, pero también de un país que buscaba, a cualquier precio, hacerse un lugar en el gran escenario mundial. Cada hilo de esa camiseta parece hoy cargado de historias no contadas, de secretos susurrados en los pasillos, de culpas que pocos se atreven a nombrar.

En el recuerdo, sigue flotando como un estandarte de advertencia, el fútbol, pasión desbordante y reflejo de una identidad colectiva, también puede ser, a veces, el espejo más crudo de nuestras propias miserias. Recordamos para no olvidar, porque si algo nos enseña el paso del tiempo, es que solo aprendiendo de nuestros errores podemos avanzar.

Colaboran:

Registro visual de las camisetas del fútbol chileno.

Justicia Divina | Microeditorial, cultura gráfica del fútbol chileno.

La marca de ropa inspirada en el fútbol vintage.

Libro Historia de Nuestra Camiseta de Selección 1910-2022.

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