¿Por qué pensar que comentar sobre camisetas tiene valor? Porque nos entrega una capa más de significado a lo que más nos apasiona. Partamos que lo que nos distingue de los demás, dentro y fuera de la cancha, son precisamente las camisetas, las que nos diferencian del otro desde los inicios del fútbol. Analizar una camiseta es detenerse en ese emblema que nos representan y que, además, llevamos con orgullo cuando salimos a la calle. Es, en definitiva, una declaración pública de intenciones de quienes somos.
Si miramos hacia los países más futbolizados, vemos que nos llevan años de ventaja en la construcción de un relato profundo sobre las marcas y camisetas, reconociendo su importancia desde los albores del deporte.
Libro Inglés: Three Lions on a shirt
Es un ejercicio valioso entregar más elementos a la discusión futbolera, sacarla del campo de juego y abrirla a nuevas perspectivas. En la vida, cuando se complejiza nuestro camino, es cuando realmente crecemos; una premisa que perfectamente podemos aplicar también al fútbol.
Eso es lo que enriquecerá la conversación y nos permitirá avanzar. No debemos temer a explorar otros caminos. Quizás es allí donde podemos encontrar respuestas a los problemas que arrastra nuestro fútbol. Como reza la famosa frase adaptada: “Si siempre hacemos lo mismo, no encontraremos respuestas diferentes”. Si seguimos fijándonos sólo en lo que pasa durante los 90 minutos y no nos animamos a analizar a los diversos actores que se acercan al fútbol desde diversas miradas, estaremos minimizando la enorme influencia que tiene el fútbol en la sociedad.
Por ejemplo, la manufactura actual de las camisetas nos habla de mucho más que moda o funcionalidad, refleja a la sociedad contemporánea y las dinámicas del comercio internacional. Las camisetas fabricadas en Asia son el síntoma de una realidad global que responde a una lógica específica, hay un porqué detrás de ese origen, y un costo que alguien está asumiendo. Que no lo percibamos no significa que no exista, sino que preferimos mirar hacia otro lado.
Las marcas deportivas, tanto nacionales como internacionales, reflejan las tecnologías, los recursos y la visión global que las sustentan. Las marca chilenas reflejan el trabajo que se hace en la país, desde diseño hasta el proceso de manufactura. Las terceras equipaciones, por ejemplo, nos abren la puerta a un debate ¿son solo una excusa comercial o realmente logran entregar rasgos identitarios de los clubes? Los nuevos diseños, ¿representan a nuestros clubes y comunidades, o son patrones copiados y aplicados sin alma en cualquier rincón del mundo?¿Eso nos convoca? ¿Nos representa?
Además, surge otra pregunta inevitable: ¿los colores y escudos están realmente disponibles para que las sociedades anónimas los modifiquen a su antojo? Son cuestiones que enriquecen el debate y que no podemos ignorar ni minimizar. Porque estas son realidades presentes, nos guste o no. Y si no las tenemos presente en la discusión como elementos importantes, llegaran dueños que sin reflexión harán lo que les pare en gana.
El escudo original de Unión La Calera remplazado por uno creado desde la S.A.
El fútbol, como fenómeno social, permea amplios espacios, los colores, diseños, símbolos e identidades pueden ser modificados o incluso desvirtuados con el pasar del tiempo. Por lo que no podemos aceptar es renunciar a su análisis. Entender de dónde vienen esos cambios es fundamental para proyectar un futuro que nos acerque más y no nos aleje como hinchas. El diálogo entre quienes seguimos el fútbol y sus distintas aristas debe estar siempre abierto para ampliar nuestro ecosistema futbolero. Limitar el juego a solo 90 minutos es empobrecer la conversación. Y nadie quiere eso para una actividad que tanto ama.